martes, 4 de enero de 2011

¿EN BUSCA DE LA FAMILIA ANIMAL?




Por: Inés Lozano C.

Nunca regale un perro a un niño,
los animales son seres vivos.
NO son juguetes.

Enrique Zerda Ordóñez


Si eres un líder y te reconoces como tal, continúa tu liderazgo al lado de los tuyos; si te sientes cómodo guiando a otros, ¡ya está! lo lograste: Estás listo o lista para la gran aventura responsable de llevar a tu casa una mascota, de lo contrario….

El contacto cálido con las mascotas esponja los sentidos, acaricia nuestra piel, estremece el alma. Quién no ha sentido atracción por la delicada tibieza del pelaje de una mascota en su piel; cómo se puede ser indiferente al juego solícito y encantador de un perro, de un gato, de un ave o de cualquier cachorro al alcance de la mano; estos quehaceres, aunque a menudo frecuentan nuestras vidas, pasan desapercibidos a veces, y otras llaman nuestra atención. Rondan en mi memoria las vivencias de infancia con compañeros tan queridos: perros, gatas con sus crías, perras con sus cachorros, terneros, conejos, ardillas, curíes, chivos, potros, pájaros sin jaulas, mulas en las que cabalgábamos en pelo (sin silla, ni bozal); animales reales, mansos, amorosos con las niñas y los niños, no obstante, temerosos de los gritos de arrieros, hombres adultos. Sea el momento de ponernos de acuerdo con el poeta Celso Román, “animales domésticos igual: amigos del hombre”.

Las mascotas hacen parte de la vida familiar como nunca antes; ellas ofrecen y prodigan afecto. Además, de ellas se espera mucho: compañía incondicional, capacidad de escucha, aseo, ayuda a los discapacitados y, por qué no, sumisión o tal vez gratitud y complicidad. No obstante, ¿qué tan responsable es el trato humano para procurar el bienestar animal? Tal vez se espera demasiado de esos seres indefensos tan distintos. Como afirma Konrad Lorenz:

Siempre me produce pesar escuchar aquella frase maligna y totalmente falsa de: Los animales son mejores que los seres humanos. La verdad es que no lo son, aunque hay que admitir que la fidelidad de un perro no encuentra con facilidad su equivalente en las virtudes sociales del hombre…Afirmar que los animales son mejores que los seres humanos es una blasfemia…aquel que, decepcionado y amargado por las debilidades humanas, retira su amor a la humanidad para entregárselo a un perro o a un gato, comete sin duda, un acto de repulsiva perversión social (1976, 70-71).


Lo que viene se aleja por completo del primer momento de dulces reminiscencias: Seres humanos, en algún lugar, durante días con sus meses y sus años, tuvieron la loca idea de hacer jaulas, construir cárceles, fundir metales para elaborar cadenas y proclamar leyes. Para entonces, quizá la libertad no había nacido porque tal vez ese concepto tampoco rondaba el cerebro humano, así que nació frágil; no obstante, ha sobrevivido por siglos. Aún no ha llegado el momento de disfrutarla a plenitud. Qué es la libertad: poder de obrar o de escoger, estado opuesto a la servidumbre y al cautiverio.

Brote de la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles y bestias de la tierra según su especie… y vio Dios que era bueno. Díjose entonces: Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se muevan sobre ella….Y los creó macho y hembra; y los bendijo Dios diciéndoles: Procread y multiplicaos, y henchid la tierra. (Génesis, versículo 24-26)

Este mandato divino se cumplió hace tiempo, y Dios no regresa a organizar un nuevo encargo; así las cosas, el hombre y la mujer asumen las riendas del planeta tal vez equivocándose. Ya no va más: henchid la tierra porque ella pasó el límite de hinchamiento. No va más: procread y multiplicaos, multi: muchos, y caos: de vuelta al principio del universo. Conviene la reflexión acerca de las consecuencias de obediencia, de dominio sobre las demás especies en camino de la destrucción y en detrimento del equilibrio del planeta y de los seres vivos que habitan en él.

Creced y multiplicaos. Este mandato no puede interpretarse como: Negociad, esclavizad, someted y extinguid las especies. El ser humano cumple misiones; ellos, los animales, desarrollan su instinto para cumplir las suyas. “A diferencia del animal, el hombre hijo de la cultura –y en este sentido todos los hombres son criaturas de la cultura- no se puede abandonar ciegamente a las directrices de sus instintos.” (Lorenz, 1976, 178). Con qué derecho hacemos acopio de nuestra inteligencia para dominar y someter criaturas que no pueden defenderse con nuestras herramientas poderosas: la voz, la acusación, la demanda o la manifestación social pública para exigir reivindicaciones.

Por lo pronto, algo habrá a nuestro alcance para que la vida continúe. “A diferencia de los animales, los humanos buscamos conocimiento sobre el mundo que nos rodea y así trascendemos nuestras necesidades de supervivencia.” (Zerda, 2010, 15). De la relación humana con los demás seres depende, en gran medida, la sobrevivencia de las especies, y sobre todo, de la especie humana. Aunque la razón y el corazón no logran ponerse de acuerdo para hacer vivible y aceptable el hogar que habitamos.

Se dice -para tratar de llegar a la conciencia- que la intolerancia humana no se resuelve sino se traslada a los animales, a las plantas…También Theodor Adorno refiriéndose al mismo tema nos recuerda que Auschwitz fue el fruto del autoritarismo y la intolerancia alemana (2003, 74 , 88). Así las cosas, ¿hasta cuando y cómo establecer prioridades en nuestro comportamiento? No puede calificarse de intolerancia el hecho de considerar las mascotas como un problema presente y futuro; también la tolerancia tiene límites. El dilema apunta, por un lado, a encontrar solución a las necesidades y caprichos individuales; y resolver necesidades sociales de recursos y salud pública, por otro lado.

“La interacción de los animales silvestres con los humanos provoca graves alteraciones a nivel del comportamiento fisiológico y patológico, que pueden ser reconocidas fácilmente ya que se apartan de las características presentadas por los animales en libertad”. (Brieva et al, 2000, citado por Adriana María Leal Escobar, en su trabajo de grado para optar título de Bióloga). Es decir, el empeño por compartir vivencias impropias con otras especies pone en aprietos el equilibrio y la salud de unos y otras. De modo que la arrogancia humana sin límites sobre los recursos naturales acelera su deterioro y contribuye a sacrificar la naturaleza en aras de ligerezas, de mercados y de modas.

Las mascotas -en muchos casos- no dejan de representar riesgo para la salud humana, que se ve afectada por enfermedades respiratorias adquiridas por agentes infecciosos de origen viral, bacteriano y parasitario, y se transmiten a través de animales y plantas que provienen de regiones selváticas, o de otros ambientes contaminados. Según Cristian Bonacic, se calcula que el 62% de las enfermedades infecciosas que afectan a los seres humanos son de origen zoonótico. La intervención no debería romper las barreras naturales de protección biológica de cada especie (Disponible en http: Google académico, 15 de noviembre de 2010). Sin embargo, el acceso a diversas especies se incrementa; cada vez se hace más variada y exótica la elección de mascotas, desde aves, pasando por reptiles, hasta razas y cruces extraños de mamíferos en oferta comercial permanente. A su vez, muchos animales abandonados deambulan enfermos por calles, parques y veredas, donde entran en contacto directo con su mascota.

Por otro lado, continuando con la interacción desmedida de animales y humanos, el ganado vacuno y caprino que procede de otras latitudes, representa una amenaza para las tierras aptas para la agricultura en Colombia, sus pisadas aprietan y cambian la estructura del suelo; sus heces producen gas metano y contaminan de manera peligrosa. No obstante, “el uso del suelo está caracterizado por la predominancia de los aprovechamientos extensivos, fundamentalmente ganaderos, en detrimento de la agricultura” (Fajardo, 2002). En nuestro país la industria ganadera crece y crece, mientras que los productos agrícolas para el consumo interno se vienen importando de manera considerable. “Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, en Colombia hay nueve millones de hectáreas aptas para la agricultura, pero se utilizan para este fin, únicamente cinco millones. En cambio, para la ganadería hay diecinueve millones de hectáreas aptas y se utilizan cuarenta millones para este fin.” (Fajardo, 2002). En el mismo sentido, el Profesor Hernández expresaba: “En algunos países la seguridad alimentaria hace parte de la seguridad nacional, constituye un problema público de interés nacional. En Colombia, todavía esas banderas no se manejan, ni hacen parte de un problema público como debería ser.” (Octubre 26 de 2010, UN Análisis, Bogotá).

Volviendo al asunto que nos ocupa, urge la necesidad de reconsiderar actitudes, visiones y valores que representan los animales al servicio de hombres y mujeres. Un llamado a los potenciales compradores de mascotas para sus hijos: “nunca regale un perro a un niño, los animales son seres vivos, no son juguetes.” Como afirma el profesor Enrique Zerda Ordóñez, en la Cátedra de Contexto, noviembre 19 de 2010 en la Universidad Nacional. Los niños crecen, maduran, se independizan; el animal se queda toda la vida con su amo. A corto plazo la mascota soluciona un problema, sin embargo, a mediano y largo plazo, puede convertirse en un estorbo. Esa dulce compañía recomendada por psicólogos, se podría reemplazar por más tiempo presencial para compartir entre padres e hijos; con frecuencia, la ‘falta de tiempo’ sólo representa una excusa que, con voluntad de cambio de horarios, de planes y programas, o con la ayuda de un profesional y del mismo Estado, podría superarse.

En cuanto a los valores, se requieren cambios urgentes en la educación. El afecto a los animales por ningún motivo debería sobrepasar la solidaridad con la especie humana. Por tanto, las grandes inversiones en empresas de concentrados, químicos, clínicas, medicinas, y toda clase de accesorios para mascotas, sin duda alguna, estarían mejor invertidas en la protección alimentaria de la niñez y, sobre todo, de los adultos mayores, cuyo número aumenta aceleradamente, mientras la inversión en seguridad social no se incrementa en la misma proporción. Aún hay tiempo de pensar más la planificación humana y animal, y evitar su comercialización.

Para concluir, es de suma importancia elegir, desde ya, a conciencia, el futuro de una sociedad más amable para los humanos y para los animales que vendrán a ocupar con estrechez los espacios que hoy nos pertenecen.


BIBLIOGRAFÍA


ADORNO, T. (2003). Consignas. Madrid: Amorrortu Editores.

BONACIC, C. (2010). Internet disponible en http. www. Google Académico. Bogotá: Noviembre 15 de 2010.

FAJARDO, D. (2002). Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

LORENZ, K. (1984). Consideraciones sobre las conductas animal y humana. Bogotá: Planeta Colombiana Editorial, S. A.

LORENZ, K. (1976). Cuando el hombre encontró al perro. Bogotá: Círculo de Lectores.

ROMÁN, C. (1986). Los amigos del hombre. Bogotá: Carlos Valencia Editores.

ZERDA, E. (2010). Bases biológicas del comportamiento animal y humano. Cátedra de sede Manuel Ancízar. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

ZERDA, E. (2010). Conversación con el profesor, Departamento de Biología. Bogotá.

NACAR, E. Y Colunga, A. (1964). Sagrada Biblia. Madrid: Editorial Católica, S. A.

UN Análisis. (Bogotá). Seguridad alimentaria. Octubre 26 de 2010.




1 comentario:

Unknown dijo...

Me parece bueno el ensayo. Tengo 15 años, y desde los 8 años quería tener un perro, una mascota para jugar. Vivíamos en un apartamento y mi papá me dijo que cuando tuvieramos una casa grande, con espacio, para que el perro pudiera sentirse mejor, podríamos tener el perro. Sin embargo, crecí, compramos una casa grande, y el perro que me prometieron nunca apareció. Hace unos 3 años decidí no volver a insistir con este tema, sin embargo me ha crecido de nuevo el deseo de cuidar a un animal. Me gustaría que hicieras en tu ensayo propaganda de los centros en Colombia que existen para el cuidado de animales que han sido maltratados o abandonados, a si mismo como promocionar o complementar éste ensayo con otros que hablen sobre como mejorar la actividad en las relaciones humanas.