martes, 15 de julio de 2008

LITERATURA FEMINISTA: DEL ANTAGONISMO AL DISCURSO PATRIARCAL

Por Luisa Barcos Romaña

"Para mí, una de las revoluciones no fracasadas de este siglo ha sido la revolución de las mujeres: si no ha cambiado toda la historia de la humanidad, sí ha cambiado la convivencia y las relaciones sociales, políticas y familiares".– Cristina Peri Rossi (Bergero 87)

Contexto: Feminismo en Latinoamérica

La mujer latinoamericana ha estado subyugada al sinnúmero de reglas y patrones sociales, políticos y culturales que la han limitado y encapsulado en un mundo preponderantemente patriarcal, en donde la opresión es transmutada hacia la mujer y perpetuada por la misma como una cadena pesada que sólo pierde un poco de peso, cuando es aplicada con rigor a otras. Todas de alguna forma hemos sentido la opresión de nuestras madres e incluso hermanas; y por lo general, esta es dada hacia nuestro cuerpo, nuestras percepciones, nuestros sentimientos, comportamientos y actuaciones frente a ese mundo hostil que se nos impone. Toril Moi realiza una aseveración con respecto a la opresión: "consiste en imponer estándares sociales de femineidad en una mujer, con el preciso propósito de hacerle creer que estos estándares seleccionados son los naturales. De modo que, una mujer que se niega a asimilar esto se convierte en no-femenina y, por ende, no-natural (anormal)[1]"
La mujer al desafiar el orden impuesto hacia lo que debe ser, hacer y mostrar como símbolo de feminidad, adquiría un aspecto de no identificación con el patrón establecido, por tanto, la mujer que no ejerce la maternidad o no aprende a administrar una casa, era socialmente nula y anormal.
El feminismo empieza en Estados Unidos como un movimiento social que buscaba la liberación y consecución de igualdad de derechos y oportunidades en todos los aspectos sociales, políticos, culturales, que propiciaron una revolución y transformación que llegaría a darle la vuelta al mundo, consiguiendo más adeptas a este movimiento. En este proceso surgieron escritoras representativas e influyentes como Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y Mary Wolltonecraft, quienes no sólo defendían y promulgaban el derecho de las mujeres a la igualdad, sino que reinterpretaban el significado del ser mujer fuera de la opresión; es decir, como éstas empezaban a construir un concepto acerca de lo que eran, fuera de los estereotipos establecidos por los hombres. Es así como Beauvoir plantea lo siguiente:
"…la mujer", o más exactamente lo que entendemos por mujer (coqueta, frívola, caprichosa, salvaje o sumisa, obediente, cariñosa, etc.) es un producto cultural que se ha construido socialmente. La mujer se ha definido a lo largo de la historia siempre respecto a algo: como madre, esposa, hija, hermana... Así pues, la principal área de la mujer es reconquistar su propia identidad específica y desde sus propios criterios. Muchas de las características que presentan las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino de cómo han sido educadas y socializadas. La frase que resume esta teoría es muy célebre: "No se nace mujer, se llega a serlo".[2]

Literatura Feminista

La literatura escrita por mujeres pretende una apropiación del lenguaje a través de la escritura, en la búsqueda de una identidad propia que no esté en función del orden masculino.
Marcela Flores Iga.

Literatura y feminismo en este contexto no adquieren connotaciones diferentes sino que forman una interacción reciproca que le da significación a la otra, desde una perspectiva femenina, lo que implica una notable diferenciación en las características y el uso de recursos narrativos y estilísticos en la producción literaria. La escritura se convierte en un arte que posee una expresividad que identifica y delimita a la mujer, no sólo en un contexto diferente al impuesto por el patriarcado sino en el intercambio de roles; ya no como madre, esposa o hija; sino como ente de transformación, siendo esta capaz de luchar por su libertad para encontrar una identidad propia y común a las otras mujeres. Lo anterior no quiere decir que esta es una literatura hecha para ser leída por mujeres, es una literatura hecha por mujeres para el deleite colectivo. De acuerdo con lo anterior, Lucía Guerra Cunningham, define o conceptualiza la literatura femenina como: "el proceso interior de la adquisición de una identidad" y establece que: “la escritura de la mujer se adentra y se asimila a un espacio intertextual predominantemente masculino, así, ubica los elementos de una visión del mundo subordinada a través de márgenes, vacíos, silencios, inversiones y mímicas con un valor subversivo y también renovador”[3].
Aunque, la literatura feminista se crea en un ámbito de transformación de estructuras, de tópicos y la desaparición de la oposición-subordinación entre ambos (hombre-mujer), establecida por el escritor y ella, con el objetivo de acabar con la concepción patriarcal y machista a la que ha sido sometida durante siglos. Por tanto, la mujer busca una apropiación e interiorización del discurso femenino, que permita identificarla y definirla como lo que es. Más no ha de olvidar que el ámbito en que surge su literatura estará rodeada e influenciada por elementos y temáticas expuestas por escritores, vistas ahora con un tratamiento diferente. No se puede obviar en esta literatura la concepción patriarcal, porque la opresión y el pensamiento hermético que recae sobre el género femenino, es lo que da vida a todo este movimiento y al replanteamiento de temáticas como el exilio, la guerra, la muerte, el dominio y abuso a otros, e incluso la misma visión mujer-hombre y viceversa; vistos y trabajados por mujeres. Teniendo en cuenta lo mencionado, Toril Moi, establece que: “…esta apropiación del discurso se entiende en el sentido de una transformación. Sin duda, la teoría feminista debe cuidarse de no caer en lo mismo que critica y que pretende anular; el feminismo tiene que ser "pluralista" y aceptar que todas las ideas están influidas de mayor o menor grado por el pensamiento patriarcal[4].”
Por tanto, es claro que el objeto de esta literatura no debe ser crear una oposición y relegar al otro “patriarcado” sino validar el pensamiento y la expresión femenina a través de la escritura. De acuerdo con esto, es importante agregar la concepción que Lacan tiene acerca de la emancipación que genera el uso del lenguaje, y la forma cómo este puede transformar y aportar nuevas significaciones a lo “preestablecido”: “No es el poder de nombrar lo que confiere la libertad que deriva del discurso del dominio sino la habilidad de escapar al poder de los significados impuestos por el otro.[5]

Crítica al discurso feminista


Una de las cuestiones centrales del feminismo consiste en la construcción cultural de la subjetividad.
C. Besley

Antes de exponer algunos de estos puntos, es válido conceptualizar y diferenciar lo que se entiende como Literatura Feminista y Literatura Femenina, pues aunque ambas tienen como eje central la apropiación del discurso por parte de la mujer, sus orientaciones tienden a discrepar en algunos aspectos.
La literatura feminista es la que centra su discurso y su escritura en la oposición hacia todo lo establecido por el patriarcado como una forma de expresar su descontento por el sometimiento que ha recaído sobre ellas. Por el contrario, la literatura femenina es la que tiene como eje principal del discurso la figura femenina en todas las acepciones y escenarios posibles, esta es escrita tanto por mujeres como por hombres.
En la literatura feminista el discurso que se establece es antagónico y no incluyente, pues técnicamente retoma la expresión patriarcal para darle vida a un “nuevo discurso” que tiene como objeto principal la oposición al pensamiento machista como una forma de revalorizar su papel frente al mundo; sin embargo, lo que esto ocasiona es la total afirmación de que la existencia de este es inevitable, porque la mujer no es capaz de crear ni verse asimisma y a las otras fuera de ese mundo de opresión. Pero ¿cómo ha de identificarse una mujer como tal cuando no tiene conciencia de lo que es?
El problema de la identidad de la mujer se da porque siempre se busca el punto de referencia y comparación en el hombre, mas no en ellas mismas. Son conscientes de que viven en un mundo patriarcal, que las suprime y somete hasta anularlas, pero no hacen nada para evitarlo ni liberarse de la imposición que esto ha creado en sus mentes; por ello, es imposible encontrar una identidad que la represente. Paralelo a esto, Lerner afirma que la alternativa que queda a las mujeres es reclamar ese lenguaje, re-definirlo y recrearlo, de tal manera que: “al hacerlo, transformemos el pensamiento y la práctica a modo de crear un nuevo lenguaje”[6]
Con los siguientes ejemplos se evidencia lo antes mencionado, el primero es tomado de la obra Como agua para Chocolate de Laura Esquivel, en donde hay total prevalencia del discurso patriarcal, porque aquí es la madre quien se encarga de reprimir la voluntad y demás actuaciones en sus tres hijas mujeres: Gertrudis, Rosaura y Tita, pero más en la última, porque en ella recae toda la dureza de Mamá Elena:
“Sabes muy bien que por ser la mas chica te corresponde cuidarme hasta el día de mi muerte…. Pero es que yo opino que…
¡Tú no opinas nada y se acabo!”[7]
Esta novela, retoma notablemente el discurso patriarcal, donde en ausencia del padre, la madre toma su papel y anula a sus hijas, al decidir sobre sus vidas y como han de llevarlas. La vida de Tita, transcurrió en uno de los lugares impuestos por el patriarcado: la cocina, y es allí donde se refugia y vive cada uno de sus días. Otro aspecto es el relacionado con la maternidad, cuando Tita le da de mamar a su sobrino sin haber dado a luz, este acto es tomado como algo ejemplar, porque se ejerce otro de los roles y significaciones de la mujer: la maternidad. Lo anterior sólo privilegia y resalta la importancia del patriarcado en el discurso feminista que es reconstruido una y otra vez en el texto, a esto se le suma la concepción de García Serrano quien piensa que en esta novela se: “reafirma y reconstruye las caracterizaciones y roles que el discurso patriarcal había expuesto a la mujer”[8]
Otro ejemplo de estos puede encontrarse en una de las últimas obras de Isabel Allende, Inés del Alma Mía, donde al parecer esta inevitable concepción, también limita la capacidad y el escenario de acción de la mujer, aunque esta novela de carácter histórico y social, presenta puntos importantes al mostrar el papel que desempeñó Inés en la conquista de Chile, resaltando la preponderancia del personaje femenino. Si embargo, no se pudo obviar que el machismo es algo inherente al discurso de estas escritoras, lo siguiente se lo dice Pedro de Valdivia a Inés:
“Las mujeres no pueden pensar en grande, no imaginan el futuro, carecen de sentido de la Historia, sólo se ocupan de lo doméstico y de lo inmediato.”[9]
La dominación y el autoritarismo establecido por el patriarcado, rebosaba los límites de la razón y la cordura, inclusive en situaciones que no pueden evitarse, como el hecho de culpar a alguien y castigarlo por cuestiones biológicas. En este apartado se muestra la no aceptación de la mujer por serlo (y no ser varón); y se le rechaza, poniéndola en un nivel inferior, parece que su existencia desde este punto no tiene importancia, porque no se le deseaba. Como se evidencia en el siguiente fragmento:
“Yo no tenía novio porque mi abuelo había decidido que me quedaría soltera para cuidarlo en sus últimos años en penitencia por haber nacido en vez del nieto varón que él deseaba.”[10]
En estas obras se reconstruye el discurso patriarcal desde diferentes puntos de vista: la maternidad, las labores o quehaceres domésticos: la cocina, el rechazo y el castigo que se ejercía sobre ella por ser mujer.
Sin embargo, el aporte más específico que se puede hallar en esta literatura es la creación de personajes femeninos excepcionales, que a pesar de estar alienadas por los conceptos patriarcales y validarlos en el discurso, son capaces de luchar contra eso en busca de una nueva identidad, desafiando su destino y todo tipo de imposición que pretenda privarla de ser y hacerse mujer; y contrariamente a lo que se muestra uno de estos medios es el discurso escrito, que le sirve como refugio y a la vez como ente liberador de sí misma y del otro. Esto último es evidente en las obras de Isabel Allende, quien a través de personajes como Clara, Alba e Inés, muestra como ellas reconstruyen cada episodio de sus vidas como una catarsis personal que ha de eliminar todo lo que alguna vez pudo oprimirlas.
Finalmente, pienso que cuando escritor crea su obra, no esta pensando en incluir o centrarse en concepciones patriarcales, porque limitaría el espacio de su expresión a lo establecido. Lo que creo es que debe existir un proceso de identificación e inclusión con el otro, porque de alguna forma hay una parte de aquello que rechazamos que nos pertenece: y tal vez por eso, la oposición en algunos casos es inevitable. Ahora retomaré una idea que Virginia Woolf establece en "Un cuarto propio", se puede concluir que "el estado normal y placentero es cuando están en armonía los dos (hombre y mujer), colaborando espiritualmente. Hasta en un hombre, la parte femenina del cerebro debe ejercer influencia; y tampoco la mujer debe rehuir contacto con el hombre que hay en ella. Esa tal vez fue la intención de Coleridge cuando dijo que una gran inteligencia es andrógina"[11]


BIBLIOGRAFÍA

· ALLENDE, Isabel. La Casa de los Espíritus. Primera edición. Editorial Random House Mondadori. Bogotá, 2004.
· ALLENDE, Isabel. Inés del alma mía. Primera edición. Editorial Circulo de Lectores. España, 2004.
· ESQUIVEL, Laura. Como agua para chocolate. Editorial el Tiempo. Bogotá, 2003
· SHAW, Donald. Nueva Narrativa Hispanoamericana. Boom. Posboom. Posmodernismo. Séptima edición. Editorial Cátedra. Bogotá, 2003.

[1] FLORES IGA, Marcela. Teorías Feministas (2004). Disponible en: http: www.unitecmonterrey.mex.co. Recuperado: 30-05-2008.
[2] BEAUVOIR, Simone. El segundo sexo (Le deuxième sexe) 1949. http://es.wikipedia.org/wiki/Elsegundo_sexo#column-one#column-one. Recuperado el 30 de mayo de 2008.

[3] FLORES IGA, Marcela. Teorías Feministas (2004). Disponible en: http: www.unitecmonterrey.mex.co. Recuperado: 30-05-2008.
[4] Ibid, pág. 2
[5] Ibid, pág. 3
[6] Roberto P. Castro, Mario P. Bronfman Teoría Feminista y Sociología Médica: Bases para una Discusión. (1993)

[7] ESQUIVEL, Laura. Cómo agua para chocolate. Edición tercera. Editorial el Tiempo. 2001. Pág.7
[8] SHAW, Donald. Nueva Narrativa Hispanoamericana. Séptima edición. Editorial Cátedra. Bogotá, 2003. Pág. 322.
[9] ALLENDE, Isabel. Inés del alma mía. Primera edición. Editorial Circulo de Lectores. 2006. Impreso en España. Pág. 223.
[10] Ibíd., pág. 20
[11] Ibid, pág 1.