martes, 15 de diciembre de 2009

Conversaciones con mi sombra



Por Liliana Alfonso Perry

15/12/2009

Sí, no hay nada que hacer, ya no soy quien era hace unos meses. Y va más allá de crecer y por la implicación de la sumatoria de los años y años que llevo en mi haber hasta este instante. El tiempo no nos da tregua, no solo anda, sino que travieso corretea, como si estuviera apostando a ganarnos la carrera de la vida; para nuestro infortunio a la larga termina siendo el indiscutible vencedor siempre.

Por el promedio que muchas estadísticas científicas y profanas con las que casi a diario nos bombardean, tenemos relativamente claro que llegar a la década de los cuarenta es acercarnos ya a la mitad del recorrido de nuestro camino. Sin exagerar, esta etapa, por lo menos en lo que a mí concierne, está empezando a convertirse en el reto de mayor envergadura que he enfrentado hasta el momento.

¿Por qué esta etapa ha sido diferente y comienza en verdad a ser en verdad tan difícil? ¿Qué diferencia el que me esté aproximando a pasos agigantados a la etapa que se supone es la mitad del camino de la vida? Tengo que decirlo de manera llana y escueta, esto va más allá de mi propia percepción, ya que a los ojos de mis más cercanos simplemente ya no soy la que era antes.

En un primer momento me dije a mí misma: claro, las cosas cambian siempre, es lógico, predecible y hasta deseable. Si no, la vida se estancaría y moriríamos a pesar de que siguiéramos respirando, yendo a trabajar, cumpliendo con nuestras obligaciones y haciendo lo que se supone deberíamos estar haciendo.

No sé de dónde había sacado la idea de que la vida tenía forma de meseta: me explico, en la niñez, adolescencia y temprana juventud sentía que íbamos subiendo, en realidad corriendo, sin pausa, hasta llegar a la cima de nuestra joven adultez y ahí estaba yo completamente convencida de que, al haber alcanzado este punto, empezábamos a gastar nuestros años caminando en una relativa cómoda línea recta, hasta que por cosas del desgaste natural y del tiempo, empezábamos la bajada de esta montaña para encontrarnos con el fin del camino.

Obviamente, no soy tan ingenua de pensar que el recorrido por la meseta y en plano no tendría ciertos obstáculos y recodos que tendríamos que pacientemente ir viviendo y padeciendo y que esto implicaba un esperable aumento en el nivel de riesgo y esfuerzo que tendríamos que hacer a medida que íbamos avanzando. Por supuesto, creo que todos en alguna u otra medida tenemos esa comprensión o por lo menos llegamos a acercarnos a intuirla.

Pero oh! Sorpresa inmarcesible, oh! Júbilo inmortal, como era de esperarse, la vida nos lleva la completa delantera y quedamos rezagados y exhaustos en la mitad del camino ante su complejidad, profundidad y, en no pocas ocasiones, crudeza. Ella nos tiene siempre reservadas las mejores y más inesperadas sorpresas y aunque nosotros mismos, de manera unas veces inconsciente y otras más con plena y maquiavélica participación, nos convertimos en los patrocinadores, productores y actores principales de dichas circunstancias, a veces ni nos percatamos de ello.

Y yo, tomada por sorpresa, acercándome a la década de los dichosos cuarentas, ya con el asomo de las primeras arrugas, de los esperables cambios en mi cuerpo y en mi ánimo, para nada preparada y de manera absolutamente incauta, no sabía lo que me esperaba…

La vida me hizo una encerrona y me empujó de manera forzada y casi grosera a departir con el más inesperado de los invitados: mi propia sombra; yo, atrapada y sin salida en un callejón al que mis propias decisiones me llevaron y de ñapa, enfrentada con esa completa desconocida, aunque no hubiera en el mundo nada mas mío que ella[1].

Terrorífico encuentro y desencuentro y, de manera casi cursi, lo primero que acerté a preguntar fue: ¿Por qué a mí? ¿Por qué me está pasando esto? ¿Es más, qué es exactamente lo que está ocurriendo? Ya han transcurrido demasiados años desde la crisis de la temprana juventud, esa que los expertos en el comportamiento humano llaman adolescencia y a pesar de que en el recorrido de estos años no había faltado la sal que da sabor a la vida, representada por mis triunfos y derrotas, no había vuelto a sentir tanto desasosiego como el que nuevamente se estaba apoderando de mí. Lo mejor que puede pasarnos como seres humanos es descubrir nuestra verdad, dolorosa, descarnada y desnuda, simple.

¿Qué resultado puede tener el encuentro entre lo que siempre hemos pensado que somos y lo que somos en verdad?

Es interesante entender que nos comportamos como maestros de la evasión, que no nos gusta aceptar ese cincuenta por ciento muy nuestro que tiende a no cumplir ni con los requerimientos socialmente aceptados y ni con los de nuestra propia conciencia tampoco.

Sumergirnos en nuestra profundidad y abrazar todos y cada uno de nuestros sentimientos, emociones y pensamientos, aunque no siempre nos sintamos orgullos, ni dispuestos a reconocernos en ellos, es la única solución para nuestra infinita soledad, porque mientras no seamos capaces de ser en verdad quienes somos, jamás podremos compartir con nadie más. Se me antoja pensar que es lograr lo que el psiquiatra Carl G. Jung denominaba como Proceso de Individuación, que podría definirse como la tendencia que tiene la psiquis, palabra que vine del griego psyché, “alma”, de encontrar su centro, su sí mismo, un largo y complejo camino de autoconocimiento1.

Como cuando nos encontramos de frente con esos espejos de circo que trasforman las imágenes y como en un juego nos vemos altos, bajos, flaquísimos y luego regordetes; en un primer momento no nos reconocemos, aunque unos segundos nos bastan para digerir esa nueva imagen y vernos plasmados en ella.

Pienso que este descubrir es un poco el proceso que seguimos en la llamada crisis de la media vida: empezar a enamorarnos de nosotros mismos, en un proceso que lejos de ser narcisista o placentero, puede hundirnos en la más grande confusión. Sin embargo, de alguna u otra forma, no podemos escapar a nuestro destino, creamos en él o no, lo llevamos marcado en la sangre y el ADN; oportunidad brillante y maravillosa de regocijarnos, siendo quienes somos.

Tengo que reconocer que a pesar de los años y la experiencia que ya tengo, hasta este momento entendí el significado de la palabra individuo; siempre lo asocié con una unidad separada de todo lo demás y, de hecho, si buscamos en un diccionario encontraremos definiciones relacionadas con ello. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo encontramos como:individuo, dua. (Del lat. individŭus).1. adj. individual. 2. adj. Que no puede ser dividido [2].

Y así, convencidos, los seres humanos hemos creado todo un sistema de legislación y normas éticas para defender nuestros derechos como individuos y poder convivir con los demás, en un gran juego hipócrita, ya que si miramos a profundidad, si nos pasamos la mitad de la vida sin tener claridad de quiénes somos, mucho menos podemos defendernos o defender a los demás, y basta con dar una mirada a nuestro entorno para ver como tenemos nuestro mundo.

Queda entonces planteada una interesante opción: ¿Qué planeamos hacer con el resto de nuestra vida? Después de atravesar ese crítico despertar, se abre ante nosotros posibilidades nuevas, con renovado concepto de nuestro Yo, con la fuerza de haber pasado por esa experiencia y, seguramente, espero confiada, con metas nuevas y muy diferentes a las quenos venían guiando antes; seguimos andando, ya con toda la fuerza visceral de nuestro poder por fin liberado.


[1] En su obra Wandlungen und Symbole der Libido (literalmente, Transformación y los símbolos de la líbido 1912), Jung propuso que estos cambios tan importantes que se observan en los individuos, y que acontecen hacia el atardecer de la vida , son como una segunda pubertad, junto con su tormenta y estrés , no sin estar acompañada frecuentemente por tempestades de pasión (en Marks, 1966:137).

La analogía entre el transcurso del día y la vida En palabras de Jung (en Ibid, p. 136):

La crisis de la media vida; una contribución conceptual. Jorge G. Hidalgo González

http://reflexiones.fcs.ucr.ac.cr/documentos/51/la_crisis.pdf Recuperado 14 de Noviembre de 2009

jueves, 26 de noviembre de 2009

Reggaeton: ¿Es tan mala su música?


Por Simón Pava

26/11/2009


Desde que llegó el reggaetón a Colombia me impresionó mucho y me gustó, tanto así que lo sigo escuchando y sigue saliendo mucha música de este estilo; pero desde hace unos meses que llegué a Bogotá me he dado cuenta de que le tienen un desprecio al reggaetón enorme, hacen comentarios feos, horribles, almacenes de ropa que venden camisetas con estampados de “no más reggaetón”, hacen grupos anti-reggaetón, diciendo que muera el reggaetón y de que se vayan al infierno todos los reggaetoneros. Me puse a investigar en internet y me doy cuenta de que hay varios artículos los cuales dicen por qué debe morir el reggaetón; dicen por ejemplo que trata a las mujeres de “putas” y de “zorras”, que tiene un vocabulario soez y que todos los reggaetoneros son unos marihuaneros buenos para nada, salidos de la cárcel. Pero ¿Qué hacer para rescatar un poco las buenas acciones que estos hacen?

En mi escrito quiero rescatar eso, las buenas acciones que tienen estos artistas, porque no habiendo más remedio que los que odian a los reggaetoneros dejen de odiarlos, como yo odio a los emos, escuchen y sepan un poco de la historia y de lo que hacen por el mundo, con el dinero que ganan de la música que ustedes odian.

Quiero empezar con el reggaetonero más conocido (diría yo) en el mundo, llamado artísticamente Daddy Yankee. Empezó su carrera aproximadamente hace quince años en Puerto Rico como cantante de rap, junto a Dj Playero, quien lo dio a conocer localmente, cantando en eventos y presentaciones pequeñas. Su inicio en el reggaetón es muy curioso porque él no quería ser cantante, quería ser beisbolista, pero un balazo en una pierna le hizo cambiar de opinión; durante su recuperación su motivo de lucha fue la música, así fue que empezó a improvisar letras de canciones que contaban el problema actual que sucede en Puerto Rico. Tanta fue su aceptación en la gente que empezaron a llamarlo el “Rey de las improvisaciones”, con un ritmo que ponía bailar a la gente y con letras que revelaban la verdad.

Su llegada a Colombia fue a mediados del año 2001 con su tan conocida “La gasolina”, llamando la atención de muchos jóvenes en busca de un nuevo género musical que satisficiera sus gustos, y este sería un motivo más para que los jóvenes (más que todo caleños y paisas) se enrollaran en este género urbano llamado reggaetón. Con la aceptación de la gente a nivel de toda América logró fama con discos como “Barrio Fino” (el que lo hizo reconocer como reggaetonero), “El Cartel”, “EL Cartel II”, “El Cartel III” y muchos más hicieron que ganaran tanto fans y amigos, como enemigos.

Después de tanto aclamaje a nivel mundial, Daddy Yankee decide hacer algo por los menos desfavorecidos, primero que todo de Puerto Rico; su primera colaboración fue con los expresidiarios, los cuales no tenían otra alternativa que seguir siendo lo que eran y volver a la cárcel. Daddy Yankee lo que quiere con esta fundación es ayudar a estas personas donando becas universitarias para que tengan unas bases y fundamentos para que al salir de la cárcel y enfrentarse a la sociedad, tengan cómo hacerlo; que al presentarse en una compañía, en una fábrica, lo que sea, tengan idea de cómo enfrentarse a ellos para ser aceptados como empleados; que tengan una segunda oportunidad en la vida para remediar lo que hicieron en el pasado. El mismo Daddy Yankee menciona que en su compañía hay ex presidiaros trabajando con él (entrevista a Daddy Yankee: 1000 preguntas una estrella con Candela Ferro, Canal E!). En otro afán por ayudar a la sociedad, Daddy Yankee asiste a pequeñas fundaciones sin ánimo de lucro para ayudarles; en este caso visitó en México una fundación altruista llamada Michou y Mau, la cual vigila el bienestar de los niños quemados; su misión principal es que ningún niño con quemaduras graves muera por falta de una atención especializada. Desde 1998, esta fundación hace esta gran labor y además hace campañas para concientizar a la gente sobre los diferentes tipos de riesgos que pueden suceder y así evitar incendios que pueden ocasionar las quemaduras en los niños y niñas[1]. Daddy Yankee hizo donaciones de diferentes tipos y dijo seguir apoyando esta fundación. También se habla de colaboración de Daddy Yankee en Colombia en el Chocó, con el apoyo de la fundación Rayito de Sol, financiando una escuela de bajos recursos, brindándoles un estudio de buena calidad para la buena formación de nuestro país[2].

Otros reggaetoneros comprometidos con la colaboración de los menos desfavorecidos, es el dúo Alexis y Fido. Los así llamados artísticamente, al pasar un tiempo con un grupo de 28 niños aproximadamente, quienes sufren del maltrato infantil y el abandono familiar de Corozal, Puerto Rico, dijeron sentirse conmovidos por los menores; con ellos realizaron actividades infantiles, regalaron juguetes, ropa y demás cosas beneficiosas para los niños. Al final hicieron una comida para que los niños tuvieran una alimentación balanceada y a raíz de esto dijeron que en un futuro no muy lejano desearían hacer más labores sociales sin dejar atrás lo que habían hecho en esta comunidad.

Cumpliendo con lo dicho, el dúo del reggaetón Alexis y Fido siguió haciendo labores sociales, esta vez junto a la banda “Camila”, quienes nunca pensaron relacionarse con el reggaetón, porque como decía el vocalista Mario Domm, no era “muy afine” con lo que ellos buscaban. Pero al parecer todo cambió, ya que no solo hicieron un remix con el dúo puertorriqueño, sino que, además, los invitaron para cantar en un concierto en vivo junto con ellos, el pasado 7 de junio en el coliseo José Miguel Agrelot. Pero ese no es el tema, lo importante aquí es la labor que hicieron juntos; juntos realizaron un concierto en beneficio a la fundación Joe Dimaggio Children’s Hospital, que fue un éxito total. Además, juntos decidieron apadrinar la escuela José Parés Collazos de San Juan Puerto Rico, entidad especializada en ayudar con educación a pacientes con distrofia muscular. También son portavoces en una campaña de prevención de cáncer en los niños[3].

Poco a poco estos artistas del género urbano han ido creciendo y evolucionando, para poner al reggaetón en una posición, la cual, diferentes tipos de personas les agrade o simplemente no le pongan atención o se den cuenta de que quieren hacer una nueva propuesta con este ritmo, ejemplo de esto es el dúo de la historia Wisin y Yandel; los ganadores del Latin Grammy 2009 a mejor tema urbano lo dicen así, también lo prueban todos los reggaetoneros invitando a artistas como David Bisbal, Luis Fonsi, Enrique Iglesias, 50 cent, Akon, Romeo, Paris Hilton, Franco De Vita, Fergie, Camila, Fat Joe y muchos más. Los ganadores del grammy, este año donaron 25.000 dolares a la fundación Hábitat para la Humanidad, encargada de dar viviendas en óptimas condiciones a familias de escasos recursos[4].

En mi opinión, me gusta lo que están haciendo los artistas y la nueva cara que tiene el género; sigue creciendo, llamando la atención de muchas personas alrededor del mundo, promocionando películas como por ejemplo “Rápido y Furioso Reto Tokyo” o haciendo películas basadas en experiencias vividas por los artistas de este género, como “Talento de Barrio”. Además, veo que cuando un reggaetonero hace gira por Colombia se presenta en Bogotá y la respuesta del público es total lo que me hace pensar que de verdad cambió la situación con algunos anti-reggaetoneros y que hasta de pronto les agrada esta nueva propuesta. Tampoco leo en los periódicos o veo en los noticiarios encabezados que degenere el reggaetón. El futuro del reggaetón es muy impredecible, pero lo que sabemos es que no morirá y seguirá evolucionando.

[1] http://www.lamafiamusical.com/daddy-yankee-visita-a-ninos-quemados-en-fundacion-michou-y-mau/

[2] http://www.ritmourbano.net/2009/11/mi-mejor-radar-son-los-ninos-daddy.html

[3] http://www.malianteo.com/foros/f57/alexis-y-fido-compinches-de-camila-136898/

[4] http://www.wikiton.net/wisin-yandel-donan-25-000-dolares-a-habitat-for-humanity-of-greater-miami

miércoles, 30 de septiembre de 2009

El empleo en un mundo globalizado


Por Gloria Inés Rincón

(30/09/2009)


Grandes son las transformaciones que está viviendo el mundo en las últimas décadas y que han conmocionado a los científicos de toda el orbe; estas se están dando especialmente con el calentamiento global y la globalización, lo que ha afectado las áreas económicas, política y social. En el aspecto socioeconómico, una problemática que ha surgido en los últimos tiempos se encuentra relacionada con el fenómeno de la globalización y el trabajo. Al parecer, existe una fuerte correlación entre los dos que es importante dilucidar. En el presente ensayo trataremos varios temas que ilustran y amplían el impacto que ha tenido la globalización en el mundo laboral; estos son: la globalización como tal, el trabajo y sus características, el valor del trabajo, la automatización y la tecnología, y por último, el capital y sus efectos.


Globalización

Aunque la globalización carece de una definición precisa, a pesar de que los sociólogos desde final de siglo XX han hecho un gran esfuerzo por tratar deconceptualizarla, Urtasun
[1] escribe que “La gran idea es que lo abarca todo desde los mercados financieros hasta el internet, pero que adolece de comprensión de la condición humana contemporánea. La globalización refleja una percepción muy común de que el mundo se está moldeando rápidamente hasta convertirse en un espacio social compartido por fuerzas económicas y tecnológicas y de que los desarrollos de una región del mundo pueden tener repercusiones profundas para individuos en otro extremo del planeta”. Lo que unos investigadores denominan globalización, otros lo consideran como el fenómeno de la mundialización. Así, Giddens[2] se refiere a la mundialización y la define como “la intensificación de las relaciones sociales en todo el mundo, por las que se enlazan lugares lejanos, de tal manera que los acontecimientos locales están configurados por acontecimientos que ocurren a muchos kilómetros de distancia y viceversa. La transformación local es parte de la mundialización y de la extensión lateral de las conexiones a través del tiempo y del espacio.” En cuanto a la Modernidad, se caracteriza por ser universalizadora no sólo en términos de su impacto global, sino en términos de conocimiento reflexivo fundamental a su carácter dinámico. Para Bauman[3], es la “Modernidad líquida”, es decir que se trata de circunstancias que requieren de un esfuerzo permanente por rearticular la cambiante condición humana en la que se hallan los individuos cada vez más individualizados.


El trabajo, problema fundamental

La primera vez que se utilizó la palabra “trabajo”, en el sentido de esfuerzo físico encaminado a la satisfacción de las necesidades materiales de la comunidad, data del año 1776. Un siglo después significaba el conjunto general de trabajadores y operarios que toman parte en la producción. En la actualidad, significa toda actividad corporal o intelectual que permite adquirir los medios necesarios para la satisfacción de las necesidades. En la mayoría de los casos, es la actividad realizada dentro del marco de una profesión u oficio. Esto implica que la principal fuente de riqueza y bienestar para el ser humano es la del trabajo. Una vez que se descubrió que el trabajo era la fuente de la riqueza, competió a la razón minar, drenar y explotar esa fuente de manera eficaz. Así, el desarrollo del trabajo durante diferentes épocas se llevó a cabo bajo diferentes modos de pensar y una forma de trabajo fue cambiada por otra. Hoy en día la riqueza que viene del trabajo y la fuente primordial de la riqueza se está acabando. -Esta riqueza se refiere al trabajo cuando no hay trabajo no puede existir la riqueza. Para entender este problema tendríamos que analizar las tasas de desempleo que han ido en aumento en todo el mundo especialmente en épocas de crisis económica como la que atraviesa Estados Unidos y muchos países del mundo. Cuando hablo de orden me refiero a forma de trabajo. Así, el trabajo de industrias, mano de obra, se cambió por el trabajo de tecnologías-. Por lo tanto, el mundo del trabajo está sufriendo una gran conmoción. Actividades que se consideraban desde hacía muchos años como trabajo regular, normalizado, están en los últimos años sufriendo importantes transformaciones. Dábamos por hecho que el desarrollo de las fuerzas productivas y la expansión de la esfera económica iban a liberar a la humanidad de las penurias habituales, como el hambre, la inseguridad del futuro, la injusticia sufrida por los dominados. Pero, según Gorz, “lo que se viene abajo es la utopía en la que, desde hacía siglos vivían las sociedades industriales y en consecuencia lo que entra en crisis es toda la circulación de los valores que regulan la dinámica social y el sentido de las prácticas.”
[4].En cambio para Diez, “Los problemas del trabajo son la consecuencia de las novedades espectaculares de la tercera fase del proceso de industrialización, de la globalización de la economía de mercado y de la inusitada importancia que ha alcanzado la mundialización del capital financiero”[5]. Ante estos planteamientos debemos preguntarnos si la globalización impone la deshumanización o precariedad del trabajo y la pérdida del valor del trabajo.

A decir de los procesos globalizadores incluyen una segregación, separación, exclusión y marginación social progresiva. Algunos visionarios y estudiosos de la sociología del trabajo, que han profundizado en el estudio de las diferentes etapas que este ha transcurrido, desde que su noción y su práctica se establecieron, y a la vez las han caracterizado, son enfáticos en afirmar que la sociedad laboral se acerca a su fin, y el trabajo convencional está desapareciendo a medida que las personas son sustituidas por tecnologías inteligentes. Al respecto, anota Beck: “en muy pocos años, tan sólo uno de cada dos empleados tendrá un puesto de trabajo fijo a tiempo completo. La otra mitad deberá arreglárselas batallando con las más precarias condiciones laborales
[6]. Se podría pensar que al sustituir personas por tecnologías inteligentes se deshumaniza el trabajo y se cae en la precariedad. Los contratos permanentes de trabajo, que eran parte del mundo industrializado, fueron lo común. Después la precariedad se da cuando los contratos ya no son permanentes y las jornadas laborales se reducen a la mitad del día o a una tercera parte. Estos tipos de contratos, con normas legales que los regularizan, reducen y amplían, reducen el tiempo laboral a meses y amplía a tres jornadas laborales diarias, pero cada jornada con salario mínimo. “Pague uno y lleve tres” parece que es la consigna para el empresario y, como la mayoría de productos de consumo, el empleo viene con fecha de vencimiento, lo que da lugar, por ejemplo, a “medidas tales como despidos instantáneos, sin causa justificada, contratos flotantes y la clase de empleo que socava el principio de ascenso mediante la evaluación permanente del desempeño.” Para más claridad, se puede traer aquí el caso del Brasil, analizado por Beck, quien anota que “en un país semiindustrializado como Brasil, los trabajadores dependientes con empleo a tiempo completo representan solo una minoría respecto a la gran masa de los económicamente activos. Abundan los vendedores ambulantes, los pequeños comerciantes y los pequeños artesanos[7]”. La mayoría vive en unas condiciones laborales precarias, ya que la permanencia por medio de cortos contratos es transitoria y pasajera. Estos seudo-empleados no tienen ni idea dónde estarán al año siguiente, ni si podrán cumplir con sus compromisos adquiridos. Así, se convierten en “nómadas laborales”. Pero no sólo este país llama la atención por las características de la población económicamente activa, pues el subempleo es una de las formas de subsistencia de muchos países latinoamericanos.
Otro elemento de la precariedad y deshumanización del trabajo no es solamente el tiempo. Éste se da por la falta de garantías contractuales, ya que en muy pocos casos se tienen derecho a seguridad social, pensión e indemnización al ser despedidos antes de la fecha de vencimiento. Estos están sometidos directamente a las fluctuaciones de la demanda. Por lo tanto, podría pensarse que la creciente tasa de desempleo de estos países no se puede atribuir solamente a crisis económicas cíclicas sino a los éxitos de un capitalismo tecnológicamente avanzado característico de la globalización Como consecuencia tenemos que mientras más relaciones laborales se desregularizan y flexibilizan, más rápidamente se transforma la sociedad laboral en una sociedad de riesgo.

Una sociedad en riesgo es aquella donde existe un alto porcentaje de desigualdad y ésta se puede medir según el coeficiente de Gini, que es el indicador que permite medir la desigualdad de ingresos en una sociedad. El valor que se obtiene de su medición, revela la equivalencia de la cantidad de ingresos que perciben los más ricos con respecto al ingreso que perciben los más pobres. Este coeficiente para los países de América Latina oscila entre 0. 48 a 0.57. Lo que indica que la concentración de la riqueza sigue en aumento. Lo mismo sucede en el caso especial de Colombia, donde este coeficiente desde el año 1993 ha pasado del 0.53 a 0.56 en 2004
[8] . Ahora bien, en estos países el desempleo se mantiene constante y el subempleo va cada vez más en aumento, lo que permite suponer que los procesos globalizadores intensifican las desigualdades, la deshumanización y la precariedad del trabajo, como lo afirman estudiosos del tema.


El valor trabajo

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Uno no ve lo que siempre está ahí, las cosas se perciben cuando desaparecen o se las quitan; cuando de repente la vida deja de comportarse de una forma común y corriente.. Entonces se va en busca del tiempo perdido, en busca del trabajo perdido y uno se pregunta qué pasó. Podría pensarse que al visualizar las acciones y los hechos ya no se encuentra ninguna explicación de racionalidad. Según Max Weber, una acción humana es racional y práctica cuando, según una lógica razonable tanto para el que actúa como para el que observa, y de acuerdo con los medios de que estos disponen, demuestran con garantías de seguridad que la meta de la acción se puede conseguir después de transcurrir un plazo prefijado si se aplican de forma económica los medios. Pero según él, también hay que tener en cuenta los diversos motivos de acción que no son racionales. Para el individuo, el trabajo es un fin por sí mismo, pero ya no encuentra los medios.

De manera que el siglo pasado fue prolífero en la producción de los medios: Medios abundantes para la consecución de fines. Unos abundantes medios acudieron en busca de los fines a los que pudieran servir. Medios fecundos para la consecución de trabajo, capital racional que generaba empleo. Sin embargo, los medios y los fines se han vuelto más difusos, dispersos e inciertos en este nuevo siglo. Los filósofos del Renacimiento dieron a los hombres el poder de hacer todo si lo querían. Los seres humanos son libres para crearse a sí mismos. Immanuel Kant escribió: todos nosotros estamos dotados con la facultad de la razón, ese fabuloso instrumento que nos permite comparar las opciones posibles y hacer nuestras elecciones individuales; pero ya no existe la facilidad de elegir un empleo. Las posibilidades de elección se vuelven mínimas. Debemos hacer una reflexión sobre la perdida de los medios para conseguir los fines. Al perder el trabajo se pierde, también, algo de nosotros mismos, que se relaciona con un todo social.

No sólo hemos perdido el trabajo sino los valores que este conlleva al poseerlo y sus implicaciones. Pero ¿qué implica poseer el trabajo? El tener un trabajo implica, como lo resume Urtasum: “1. la identidad a través del trabajo, 2. significado del trabajo: la ética del trabajo y 3. el reconocimiento social a través del trabajo
[9]. La identidad no es un asunto privado ni una preocupación privada. La forma de nuestro carácter social y, por tanto, de la sociedad que compartimos depende a su vez de la manera en que se enmarca la tarea de la individualización y en que responde a ella. Los grupos humanos definen su identidad a través del trabajo y este se inserta como un valor en la escala de valores del individuo. El empleado vive cualquier tarea como experiencia personal, como forma de relacionarse, de identificarse y ser identificado. Pero no solamente los escasos ingresos y “ganarse la vida” por medio del trabajo son el problema del individuo en una sociedad globalizada, sino que éste incluye una segregación, separación y marginación social en términos de exclusión, lo que incide en la precariedad del trabajo, ya que éste, como escribe Castel, es “un soporte privilegiado de inscripción en la estructura social[10]”. Es decir que el individuo es valorado en una sociedad en la medida en que es reconocido, se identifica y es identificado por ésta. Pero no solamente la valoración del individuo es lo importante del hecho de pertenecer a una empresa, puesto que ésta tiene una función integradora desde el punto de vista de la cohesión social.


La automatización en la sociedad global

La automatización y la tecnología son las características de la sociedad global. La globalización se halla relacionada con el desarrollo de las capacidades tecnológicas en particular en el área de la informática y de las comunicaciones. La inversión que más creció corresponde, en esta área, a los equipos que procesan información y al software. Las nuevas tecnologías les permiten a los inversionistas liberarse de la sujeción del espacio de cualquier parte del mundo, lo que posibilita incrementar los beneficios. Los beneficios se logran a través de la publicidad en línea y del mercado en línea. Estos juegan un papel importante en la mundialización de los mercados financieros que, superando los controles jurídicos y lo medios de comunicación, que han alcanzado la concentración en unos pocos grupos multimedia, se han unificado. Además, la configuración del espacio social global hace que surjan grupos sociales transnacionales que favorecen el proceso de universalización de pautas culturales a un rango simbólico común, alejados de territorios y tradiciones que distorsionan los valores. Por otra parte, la informática y las comunicaciones permiten la contratación de personal sin tener en cuentas las fronteras, ni las normas nacionales que regulan las diferentes los procesos de vinculación.

Ante el panorama que presenta la globalización, podemos preguntarnos específicamente qué sucede en el ámbito laboral con relación al empleo y la precariedad del trabajo. Para Beck, concretamente, las transformaciones del trabajo en todo el mundo remiten al protagonismo de una “sociedad civil realmente comprometida y empeñada”, que tampoco tendría fronteras, dado el gran parecido que se advierte en la evolución del trabajo en los denominados primer y tercer mundos. “La mundialización es a la vez una realidad porque existe una lógica económica en todo el planeta que asocia la libertad de circulación de mercancías, capital y personas, una bajada de ingresos del tráfico cualificado y no cualificado, un aumento de las desigualdades, una caída de tasa de crecimiento y, finalmente, una tendencia al estancamiento
[11]

Capital y trabajo

Según anota Bauman, “Habiendo soltado el lastre de la maquinaria voluminosa y las enormes dotaciones de las fábricas, el capital viaja ligero, sólo con equipaje de mano: una cartera, un ordenador portátil y un teléfono celular. Esta nueva característica de volatilidad ha hecho que el compromiso sea superfluo e imprudente al mismo tiempo: si lo hubiera, obstaculizaría el movimiento y se convertiría así en una restricción de la competitividad y limitaría las ocasiones de incrementar la productividad
[12].” Si se analiza la cuestión del empleo desde el punto de vista del capital, podemos decir que los problemas del trabajo son consecuencia de la globalización de la economía del mercado y de la inusitada importancia que ha alcanzado la mundialización del capital financiero.

Para poder establecer la naturaleza de las transformaciones del trabajo a escala mundial, es necesario conocer las implicaciones de las formas de producción que están teniendo en los distintos países y las diferentes formas de ganarse la vida con relación a la organización global mundial. Ursatun afirma que “no existe un mercado laboral global unificado sino una segmentación jerárquica del trabajo. El trabajo en la mayoría del mundo está todavía ligado al espacio concreto. Las empresas multinacionales también han resultado beneficiadas durante estos años de reorganización del capitalismo mundial y su participación en el PIB mundial, a su vez en aumento, no ha dejado de crecer. Estas empresas controlan dos tercios del comercio internacional. Gracias a las fusiones y adquisiciones realizadas en el mundo entero han acelerado el proceso de concentración y de constitución de oligopolios mundiales. La reestructuración del capitalismo, consumada en torno a los mercados financieros y a los movimientos de fusión-adquisición de las multinacionales bajo políticas gubernamentales favorables en materia fiscal, social y salarial se ha visto dada al crecimiento de la flexibilidad del trabajo. Así, se han favorecido también con las formas actuales de contratación de bajo salarios y que permiten que el individuo sea despedido sin costo alguno. Paralelamente, las tecnologías de la comunicación han proporcionado los medios para una reactivación del capitalismo mundial hasta ahora desconocida. La expansión de estas, junto con tecnología de la información, facilita la creación de redes a escala global originando formas de organización y de gestión.

Por otra parte, la internalización del trabajo acentúa la degradación del mercado nacional. Las empresas extranjeras subcontratan en países donde el costo de mano de obra es varias veces más barato; lo común es que contraten únicamente por el salario mínimo y durante un tiempo corto. En un primer momento esto afectó a los empleos semicalificados y a las industrias tradicionales como las textileras en países desarrollados, pero en general toda labor que implica mano de obra barata es contratada en el lugar donde más conviene. A la vez, la tecnología genera aumentos débiles de la productividad, por la rapidez de los procesos, que no puede controlar el trabajador y que suprime más empleos que los que crea.

Entonces, a través de este análisis podemos afirmar que los procesos globalizadores han tenido efectos a nivel mundial en algunas partes del mundo. Estos efectos se han visto reflejados en el trabajo, que ha tomado diferentes formas con una rapidez inusitada, y por ende en los valores que este conlleva para el individuo. La automatización y la tecnología han sido factores que han permitido que esto ocurra. Por otra parte, el capital que se había mantenido presente en las diferentes etapas de la industrialización, con la mundialización o globalización se manifiesta de diferentes formas y ha utilizado los medios que esta última le ha proporcionado para incrementar su avance y concentración en todo el planeta.


[1] Urtasun, Las transformaciones sociales en un mundo contemporáneo. España: ediciones Verbo Divino. 2004
2 Giddens, A. Consecuencias de la modernidad, Alianza Madrid, 1994. p.66
3 Bauman , La globalización consecuencias humanas

[4] Gorz, A., Metamorfosis del trabajo. Búsqueda del sentido, Madrid: Fundación Sistema. p.20

[5] Diez, F., Utilidad, deseo y virtud. La formación de la idea moderna del trabajo. Barcelona: Península, p. 12
[6] Beck, U., Un nuevo mundo feliz. Barcelona: Paidos, p. 10
[7] Ibidem, p.10
[8] Fuente DNP - MERPD
[9] Ursatun, Op.cit., p.160
[10] Castel. M., La red y el yo, en La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza, 1977 p.15
[11] Beck, Op.cit.p.
[12] Bauman, Z. La Sociedad individualizada. Madrid: p.37

lunes, 10 de agosto de 2009

ARTE Y MENTE EN UNA CULTURA: ENCUENTRO DE GENERACIONES



Por Pedro Mora (8/12/2008)




"Por la televisión
De una cara conocida se pasea el culo
Rueda desesperadamente de canal en canal
Busca un trabajo seguro.

Hay rumores de radio
Que con voz sensual apuestan por la guerra
Improbable o lejana, puede que mundial
Mejor estar alerta…"
(Bossé, M. 1997, Laberinto)



Hay palabras que cobran vida solo con el hecho de pronunciarlas, hay otras que desnudan la razón o el pensamiento para que todo se vuelva arte. A través de los años, el ser humano siempre ha estado ligado al arte, a la literatura, a la poesía, a la música, a la pintura, a la escultura, a la danza, al teatro y hasta a la locución; todas estas hacen parte de ese legado tan importante que generaciones atrás plasmaron y que las de hoy quieren reinventar; para algunos de manera preciosista y para otros, se diría, de forma casi vulgar. Lo cierto es que no existe la persona que tenga la última palabra para desafiar al arte y afirmar, por ejemplo, que una obra es mejor que otra.

Cuando uno se sienta a reflexionar sobre lo que otros han hecho, se imagina que todo está resuelto, que no hay nada por hacer, nada más por construir, inventar e investigar. Pero salta siempre el interrogante, ¿qué puedo yo hacer?, ¿qué puedo crear?, ¿qué puedo imaginar? Lógicamente no todo está dicho y la última palabra sobre la verdad en el arte no está escrita; sencillamente todo cambia o se transforma y prácticamente sin pensar aparecen de manera casi repentina ideas nuevas, que nos ayudan a mejorar no solo como personas, sino además como una sociedad que quiere una y otra vez volver a nacer y nacer para quién o para qué, para ese arte que es vida.

Compenetrado con esa nueva ola de generaciones, se puede uno dar cuenta de que ellos son una aventura, y una aventura opuesta a la de los abuelos y padres, e incluso en lo personal; estas generaciones permiten reconocer que los medios de comunicación son vivo ejemplo de consumo, no de arte, no solo material sino intelectual, debido a que todo lo que ves tienes que comprarlo y, de hecho, si no estás a la moda para qué sirve vivir: hay quienes dicen que si eres virgen, no fumas, no tomas cerveza y “no metes porrito”, así sea de vez en cuando, tu vida no tiene sentido y, por ende, no la estás disfrutando.
Ejemplo nítido para las generaciones nuevas son los teléfonos móviles (celulares), con el argumento de la vida y la prisa continua por esquivar el miedo al qué dirán, no se les permite que se conciban la vida sin este instrumento de comunicación. Parece ser que así como es necesario usar el cepillo de dientes a diario, tomar por lo menos un vaso de agua, ducharse o simplemente descansar, el móvil se convirtió en herramienta necesaria para el diario vivir; y eso no es lo único, aparentemente te hace sentir bien como persona, como gente de bien, te da poder y dominio sobre los demás, en definitiva el invento del móvil, para muchos, parece ser el punto clave en el arte.

A todo esto surge una nueva pregunta, ¿hay una continua pérdida de identidad? ¿en dónde colocar los buenos gustos por la vida, tales como caminar en las mañanas y no tener que salir corriendo como mosca que lleva el viento para dejar el bebé en casa de la abuela? Leer un buen libro, pero no sentado frente a un ordenador, más bien poder sentirlo y disfrutarlo en tus manos, y que sea el deleite de la imaginación y de los ojos, para ser transportado a sitios totalmente desconocidos, eso es arte; orar en las noches, en lugar de tirarse y estrellarse a grito vivo en un estadio después de un concierto de hip - hop, de metal o después del partido dizque del “equipo del alma”, o el simple hecho de saludar amablemente con un “hola preciosa, ¿cómo estás?”, y no con un “¿quiubo marica, cómo le va?”, vaya que eso es arte, y arte en el alma.

Pero no todo para aquí, por qué no sentarse a deleitar la música a través de una consola (permitir que ruede el disco con ese clásico vaivén del comienzo) o simplemente en el casete o cd, y así poder disfrutar de cada una de las piezas musicales que componen todo un disco, en vez de estar cambiando de emisora o de canción en canción “como alma que lleva el diablo”, y vuelvo a decir que eso es arte; por qué no dejar que nuestros pies dancen sin parar por medio de esos vallenatos ochenteros (aunque reconozco, no me gusta el vallenato), o de una buena salsa de finales de los setenta, de una baladita americana o simplemente de esos clásicos tropicales que pusieron a bailar a nuestros padres y abuelos (claro también cuenta la música merengue de hoy que aún conserva un aire nutrido de ritmo y folclore).

Opuesto a la idea anterior, no merecen nuestros oídos el sonsonete, cuchicheo o ruido de ese “regetón” confuso y bullicioso que transita por las aceras de la ciudad y que solo trata de opacar la belleza de una mujer, que se convierte en machista y stereosexual, que siempre apunta a un “rico paputo rico”, o un “rico papito rico”, o tal vez a un “mételo, papi, mételo”. Vamos, que estoy seguro muchos nunca tendríamos los cojones suficientes para sacar a bailar a una dama a punta de groserías, menos tan “apellizcados” y dedicándole esas letras; creo menos que una chica permita que le dedicase un “enchúfamela, acéitala y préndela….” pregunto, ¿esa música será arte?

Alguien podría catalogar a este escritor y a partir de sus experiencias como docente, traductor y neurólogo del alma como a un abuelo, viejo, tonto y ridículo, que no encaja con los estereotipos de esta sociedad moderna, pero prefiero poner en tela de juicio mis conceptos, llámense anticuados o sonsos, antes de que se pudra mi alma y no se desahogue.

Contaré que el otro día se subió al autobús una pareja de chicos que parecían muy enamorados, pero tan enamorados, que casi se comen a besos en mis propias narices, y sigo preguntándome, ¿dónde va el arte? ¿por qué no abrir un espacio para la intimidad, para desahogar palabras tiernas y sinceras, para dejar que la sangre fluya y el corazón se abra de par en par? ¿por qué?

Precisamente, valores como el respeto, la honestidad y el autoestima parecen desaparecer de nuestras calles y el derecho a la intimidad y a amar se convierten en derecho a hacer lo que te venga en gana en plenas avenidas, y lo peor de todo, sin importar contextos o ambientes apropiados; no sé si tenga que ver el mismo hecho del desempleo, aunque no quiero meter mis argumentos en asuntos de política por lo mismo apolítico que soy, pero quizás la gente ya no ve lugar para encuentros amorosos, y por lo mismo como son tan caros los arriendos, el alquiler de una habitación, qué sé yo, no cabe la duda para desaforadamente entregarse al compás del amor en un ascensor, en una cabina telefónica o hasta en el “campus de la universidad”. Vuelvo a rondar, ¿dónde quedó el arte de amar?

Ahora, no todo lo que se pinta como arte tiene un precio y una medida a saber. Escuchaba por la radio cómo un novísimo escultor y pintor colocaba a un perro en un museo como trofeo de arte mientras el pobre animal no comía ni bebía agua por varios días, ¿será arte en verdad?, como lo es el hecho mismo de nutrir mi estomago con un perro caliente, un emparedado, unos “corn – flakes” y una lata de gaseosa marca XXX, en lugar de consumir un buen plato de sopa con rica costilla, papa y verdura, o un pocillo de chocolate con arepa; todo ello a costa de bajar unos kilos, de guardar la figura, o por qué no, porque la idea es hacerme modelo profesional. ¿Seré inoportuno al mencionar que las quinceañeras ya no piden una fiesta tradicional?, la respuesta es no; piden cirugía plástica para agrandarse lo que aún no se ha agrandado ni ensanchado.

Quizás el lector juzgará si estaré más entregado al arte o por el contrario estoy muy alejado del mismo. Existe otra simple razón, el modo de vestir apropiado bajo las influencias de consumo de tal cual marca, te hacen ver como la mujer o el hombre que hay en ti; sabía amable lector que ahora se deja entrever del trasero de cualquier mortal, aquella raya púrpura que baja al límite de la gloria, de lo prohibido y más deseado, porque parece ser que dejar ver el color de los “chochos” (es decir de los calzones) y aquella efímera pero motivadora rayita, es influencia del arte; en otras épocas eso era asunto de pareja, de dos, y como hablaba la canción: “Grita al mundo, rompe el aire hasta que muera tu voz, que el amor es un misterio y que importa sólo a dos; correremos por las calles , gritaremos tú y yo, que el amor es un misterio y que importa sólo a dos” (Casal. L. 1997. Pequeños y grandes éxitos).


Aún ejemplos más claros de arte se apuestan en los comerciales o cadenas radiales cuando presentan a una chica sensual, o no sé si la llamarán sexual, para presentar una marca de cerveza, una caja de leche o una goma de mascar; incluso en los videos musicales para vender el producto, llámese disco, DVD o sencillo promocional, solamente acuden a cosas vulgares y no salen de arrumacos en una cama, en una tina o por qué no en el jardín de la casa. Valga la pena aclarar que incluso los comerciales de toallas higiénicas alardean con que las mujeres tienen sangre azul o verde como las plantas y en vez de mostrar su uso “enseñan” cómo y con qué usarlas.

A diario con los medios de comunicación se ha estropeado el buen uso incluso de la ortografía; si alguien se comunica con vos, vía Internet, parece no importar el uso de mayúsculas ni en nombres propios, lo cual ofende irremediablemente según sea el lector y eso sí que da vergüenza al arte; de hecho la gente ya no sabe ni expresarse, hacen uso del inglés como novedosa alternativa, y para todos aquellos escépticos, recordaremos que no es celular, sino teléfono móvil, que no es computador sino ordenador, que no se dice /di-vi-di/, sino /de-uve-de/, que no es el /ci-di/, sino el /ce-de/, que no es el “roast beef” sino “la carne tierna o carne asada”; para colmo de males algunos usan palabras que no corresponden ni siquiera con la pronunciación del habla inglesa, todo por comentar que anda a la vanguardia del mundo; es el caso de los walkie talkie, la mayoría dice /ouki toki/ o el caso del “round boy” de la Primera de Mayo, que lo pronuncian como el /ron boy/, en vez de decir magistralmente en castellano, la glorieta, el círculo, giro, vuelta, ronda, la oreja de la Primera de Mayo (dar vuelta o doblar la esquina en otros contextos).

Desde luego que no quiero pasar por alto la poesía hecha canción en una “tele – bobela” o en un reality, y no es que me detenga a observarlos y no encuentre algo de arte, pero sólo con escuchar comerciales se enloquece hasta el más cuerdo; las novelas y seriados carecen de fuerza en sus propios títulos, para semejanza del buen vestir de las palabras encontraremos algunos tan calientes y emotivos como “La marca del deseo”, “Novia para dos” (por cierto muy sugestivo), “Desafío” (no me acuerdo del resto), “Muñoz vale por dos”, “El último matrimonio feliz”, que no creo sea el caso de la profe de este curso de Redacción de ensayos, porque parece ser que generaciones próximas no sabrán ni de casualidades conyugales. Pero faltan; vamos con otros claros ejemplos, “Aquí no hay quien viva” (y allá mucho menos), “Vuélese si puede” y “Duro contra el muro”, pero eso sí, no olviden que para que haya sexo, digo arte, “Hay con quien”; y eso que no he hablado de títulos de novelas que ya pasaron por nuestra tele, como “Todos quieren con Marilyn”. Sabiendo esto, seriamente, amigo lector, estoy pensando en el lanzamiento de mi propia novela, un título poco común y que será de seguro un best-seller, su nombre “Todas quieren conmigo”.

Pero no quiero alargar más este tratado psicológico-artístico- sentimental, no quiero hacer diferencia con lo escrito por otros y lo entredicho por otros más, no quiero cambiar el mundo con las horas dedicadas aquí, mucho menos herir la susceptibilidad del lector, sólo espero que mis palabras derramen arte sobre la mente y cuerpo de quien quiera encontrar su propia voz; quiero dejar las puertas abiertas para quien quiera servirse de él y para quien desee vestirse con él; espero hayan explorado momentos como éste en su largo vivir, para seguir alimentando la esperanza de crecer en paz, de construir un mundo mejor, porque al final del final, el tiempo pasa y no en vano somos iguales, vivimos en un mismo mundo, en un mismo país y estamos envueltos en la misma novedad.