miércoles, 30 de septiembre de 2009

El empleo en un mundo globalizado


Por Gloria Inés Rincón

(30/09/2009)


Grandes son las transformaciones que está viviendo el mundo en las últimas décadas y que han conmocionado a los científicos de toda el orbe; estas se están dando especialmente con el calentamiento global y la globalización, lo que ha afectado las áreas económicas, política y social. En el aspecto socioeconómico, una problemática que ha surgido en los últimos tiempos se encuentra relacionada con el fenómeno de la globalización y el trabajo. Al parecer, existe una fuerte correlación entre los dos que es importante dilucidar. En el presente ensayo trataremos varios temas que ilustran y amplían el impacto que ha tenido la globalización en el mundo laboral; estos son: la globalización como tal, el trabajo y sus características, el valor del trabajo, la automatización y la tecnología, y por último, el capital y sus efectos.


Globalización

Aunque la globalización carece de una definición precisa, a pesar de que los sociólogos desde final de siglo XX han hecho un gran esfuerzo por tratar deconceptualizarla, Urtasun
[1] escribe que “La gran idea es que lo abarca todo desde los mercados financieros hasta el internet, pero que adolece de comprensión de la condición humana contemporánea. La globalización refleja una percepción muy común de que el mundo se está moldeando rápidamente hasta convertirse en un espacio social compartido por fuerzas económicas y tecnológicas y de que los desarrollos de una región del mundo pueden tener repercusiones profundas para individuos en otro extremo del planeta”. Lo que unos investigadores denominan globalización, otros lo consideran como el fenómeno de la mundialización. Así, Giddens[2] se refiere a la mundialización y la define como “la intensificación de las relaciones sociales en todo el mundo, por las que se enlazan lugares lejanos, de tal manera que los acontecimientos locales están configurados por acontecimientos que ocurren a muchos kilómetros de distancia y viceversa. La transformación local es parte de la mundialización y de la extensión lateral de las conexiones a través del tiempo y del espacio.” En cuanto a la Modernidad, se caracteriza por ser universalizadora no sólo en términos de su impacto global, sino en términos de conocimiento reflexivo fundamental a su carácter dinámico. Para Bauman[3], es la “Modernidad líquida”, es decir que se trata de circunstancias que requieren de un esfuerzo permanente por rearticular la cambiante condición humana en la que se hallan los individuos cada vez más individualizados.


El trabajo, problema fundamental

La primera vez que se utilizó la palabra “trabajo”, en el sentido de esfuerzo físico encaminado a la satisfacción de las necesidades materiales de la comunidad, data del año 1776. Un siglo después significaba el conjunto general de trabajadores y operarios que toman parte en la producción. En la actualidad, significa toda actividad corporal o intelectual que permite adquirir los medios necesarios para la satisfacción de las necesidades. En la mayoría de los casos, es la actividad realizada dentro del marco de una profesión u oficio. Esto implica que la principal fuente de riqueza y bienestar para el ser humano es la del trabajo. Una vez que se descubrió que el trabajo era la fuente de la riqueza, competió a la razón minar, drenar y explotar esa fuente de manera eficaz. Así, el desarrollo del trabajo durante diferentes épocas se llevó a cabo bajo diferentes modos de pensar y una forma de trabajo fue cambiada por otra. Hoy en día la riqueza que viene del trabajo y la fuente primordial de la riqueza se está acabando. -Esta riqueza se refiere al trabajo cuando no hay trabajo no puede existir la riqueza. Para entender este problema tendríamos que analizar las tasas de desempleo que han ido en aumento en todo el mundo especialmente en épocas de crisis económica como la que atraviesa Estados Unidos y muchos países del mundo. Cuando hablo de orden me refiero a forma de trabajo. Así, el trabajo de industrias, mano de obra, se cambió por el trabajo de tecnologías-. Por lo tanto, el mundo del trabajo está sufriendo una gran conmoción. Actividades que se consideraban desde hacía muchos años como trabajo regular, normalizado, están en los últimos años sufriendo importantes transformaciones. Dábamos por hecho que el desarrollo de las fuerzas productivas y la expansión de la esfera económica iban a liberar a la humanidad de las penurias habituales, como el hambre, la inseguridad del futuro, la injusticia sufrida por los dominados. Pero, según Gorz, “lo que se viene abajo es la utopía en la que, desde hacía siglos vivían las sociedades industriales y en consecuencia lo que entra en crisis es toda la circulación de los valores que regulan la dinámica social y el sentido de las prácticas.”
[4].En cambio para Diez, “Los problemas del trabajo son la consecuencia de las novedades espectaculares de la tercera fase del proceso de industrialización, de la globalización de la economía de mercado y de la inusitada importancia que ha alcanzado la mundialización del capital financiero”[5]. Ante estos planteamientos debemos preguntarnos si la globalización impone la deshumanización o precariedad del trabajo y la pérdida del valor del trabajo.

A decir de los procesos globalizadores incluyen una segregación, separación, exclusión y marginación social progresiva. Algunos visionarios y estudiosos de la sociología del trabajo, que han profundizado en el estudio de las diferentes etapas que este ha transcurrido, desde que su noción y su práctica se establecieron, y a la vez las han caracterizado, son enfáticos en afirmar que la sociedad laboral se acerca a su fin, y el trabajo convencional está desapareciendo a medida que las personas son sustituidas por tecnologías inteligentes. Al respecto, anota Beck: “en muy pocos años, tan sólo uno de cada dos empleados tendrá un puesto de trabajo fijo a tiempo completo. La otra mitad deberá arreglárselas batallando con las más precarias condiciones laborales
[6]. Se podría pensar que al sustituir personas por tecnologías inteligentes se deshumaniza el trabajo y se cae en la precariedad. Los contratos permanentes de trabajo, que eran parte del mundo industrializado, fueron lo común. Después la precariedad se da cuando los contratos ya no son permanentes y las jornadas laborales se reducen a la mitad del día o a una tercera parte. Estos tipos de contratos, con normas legales que los regularizan, reducen y amplían, reducen el tiempo laboral a meses y amplía a tres jornadas laborales diarias, pero cada jornada con salario mínimo. “Pague uno y lleve tres” parece que es la consigna para el empresario y, como la mayoría de productos de consumo, el empleo viene con fecha de vencimiento, lo que da lugar, por ejemplo, a “medidas tales como despidos instantáneos, sin causa justificada, contratos flotantes y la clase de empleo que socava el principio de ascenso mediante la evaluación permanente del desempeño.” Para más claridad, se puede traer aquí el caso del Brasil, analizado por Beck, quien anota que “en un país semiindustrializado como Brasil, los trabajadores dependientes con empleo a tiempo completo representan solo una minoría respecto a la gran masa de los económicamente activos. Abundan los vendedores ambulantes, los pequeños comerciantes y los pequeños artesanos[7]”. La mayoría vive en unas condiciones laborales precarias, ya que la permanencia por medio de cortos contratos es transitoria y pasajera. Estos seudo-empleados no tienen ni idea dónde estarán al año siguiente, ni si podrán cumplir con sus compromisos adquiridos. Así, se convierten en “nómadas laborales”. Pero no sólo este país llama la atención por las características de la población económicamente activa, pues el subempleo es una de las formas de subsistencia de muchos países latinoamericanos.
Otro elemento de la precariedad y deshumanización del trabajo no es solamente el tiempo. Éste se da por la falta de garantías contractuales, ya que en muy pocos casos se tienen derecho a seguridad social, pensión e indemnización al ser despedidos antes de la fecha de vencimiento. Estos están sometidos directamente a las fluctuaciones de la demanda. Por lo tanto, podría pensarse que la creciente tasa de desempleo de estos países no se puede atribuir solamente a crisis económicas cíclicas sino a los éxitos de un capitalismo tecnológicamente avanzado característico de la globalización Como consecuencia tenemos que mientras más relaciones laborales se desregularizan y flexibilizan, más rápidamente se transforma la sociedad laboral en una sociedad de riesgo.

Una sociedad en riesgo es aquella donde existe un alto porcentaje de desigualdad y ésta se puede medir según el coeficiente de Gini, que es el indicador que permite medir la desigualdad de ingresos en una sociedad. El valor que se obtiene de su medición, revela la equivalencia de la cantidad de ingresos que perciben los más ricos con respecto al ingreso que perciben los más pobres. Este coeficiente para los países de América Latina oscila entre 0. 48 a 0.57. Lo que indica que la concentración de la riqueza sigue en aumento. Lo mismo sucede en el caso especial de Colombia, donde este coeficiente desde el año 1993 ha pasado del 0.53 a 0.56 en 2004
[8] . Ahora bien, en estos países el desempleo se mantiene constante y el subempleo va cada vez más en aumento, lo que permite suponer que los procesos globalizadores intensifican las desigualdades, la deshumanización y la precariedad del trabajo, como lo afirman estudiosos del tema.


El valor trabajo

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Uno no ve lo que siempre está ahí, las cosas se perciben cuando desaparecen o se las quitan; cuando de repente la vida deja de comportarse de una forma común y corriente.. Entonces se va en busca del tiempo perdido, en busca del trabajo perdido y uno se pregunta qué pasó. Podría pensarse que al visualizar las acciones y los hechos ya no se encuentra ninguna explicación de racionalidad. Según Max Weber, una acción humana es racional y práctica cuando, según una lógica razonable tanto para el que actúa como para el que observa, y de acuerdo con los medios de que estos disponen, demuestran con garantías de seguridad que la meta de la acción se puede conseguir después de transcurrir un plazo prefijado si se aplican de forma económica los medios. Pero según él, también hay que tener en cuenta los diversos motivos de acción que no son racionales. Para el individuo, el trabajo es un fin por sí mismo, pero ya no encuentra los medios.

De manera que el siglo pasado fue prolífero en la producción de los medios: Medios abundantes para la consecución de fines. Unos abundantes medios acudieron en busca de los fines a los que pudieran servir. Medios fecundos para la consecución de trabajo, capital racional que generaba empleo. Sin embargo, los medios y los fines se han vuelto más difusos, dispersos e inciertos en este nuevo siglo. Los filósofos del Renacimiento dieron a los hombres el poder de hacer todo si lo querían. Los seres humanos son libres para crearse a sí mismos. Immanuel Kant escribió: todos nosotros estamos dotados con la facultad de la razón, ese fabuloso instrumento que nos permite comparar las opciones posibles y hacer nuestras elecciones individuales; pero ya no existe la facilidad de elegir un empleo. Las posibilidades de elección se vuelven mínimas. Debemos hacer una reflexión sobre la perdida de los medios para conseguir los fines. Al perder el trabajo se pierde, también, algo de nosotros mismos, que se relaciona con un todo social.

No sólo hemos perdido el trabajo sino los valores que este conlleva al poseerlo y sus implicaciones. Pero ¿qué implica poseer el trabajo? El tener un trabajo implica, como lo resume Urtasum: “1. la identidad a través del trabajo, 2. significado del trabajo: la ética del trabajo y 3. el reconocimiento social a través del trabajo
[9]. La identidad no es un asunto privado ni una preocupación privada. La forma de nuestro carácter social y, por tanto, de la sociedad que compartimos depende a su vez de la manera en que se enmarca la tarea de la individualización y en que responde a ella. Los grupos humanos definen su identidad a través del trabajo y este se inserta como un valor en la escala de valores del individuo. El empleado vive cualquier tarea como experiencia personal, como forma de relacionarse, de identificarse y ser identificado. Pero no solamente los escasos ingresos y “ganarse la vida” por medio del trabajo son el problema del individuo en una sociedad globalizada, sino que éste incluye una segregación, separación y marginación social en términos de exclusión, lo que incide en la precariedad del trabajo, ya que éste, como escribe Castel, es “un soporte privilegiado de inscripción en la estructura social[10]”. Es decir que el individuo es valorado en una sociedad en la medida en que es reconocido, se identifica y es identificado por ésta. Pero no solamente la valoración del individuo es lo importante del hecho de pertenecer a una empresa, puesto que ésta tiene una función integradora desde el punto de vista de la cohesión social.


La automatización en la sociedad global

La automatización y la tecnología son las características de la sociedad global. La globalización se halla relacionada con el desarrollo de las capacidades tecnológicas en particular en el área de la informática y de las comunicaciones. La inversión que más creció corresponde, en esta área, a los equipos que procesan información y al software. Las nuevas tecnologías les permiten a los inversionistas liberarse de la sujeción del espacio de cualquier parte del mundo, lo que posibilita incrementar los beneficios. Los beneficios se logran a través de la publicidad en línea y del mercado en línea. Estos juegan un papel importante en la mundialización de los mercados financieros que, superando los controles jurídicos y lo medios de comunicación, que han alcanzado la concentración en unos pocos grupos multimedia, se han unificado. Además, la configuración del espacio social global hace que surjan grupos sociales transnacionales que favorecen el proceso de universalización de pautas culturales a un rango simbólico común, alejados de territorios y tradiciones que distorsionan los valores. Por otra parte, la informática y las comunicaciones permiten la contratación de personal sin tener en cuentas las fronteras, ni las normas nacionales que regulan las diferentes los procesos de vinculación.

Ante el panorama que presenta la globalización, podemos preguntarnos específicamente qué sucede en el ámbito laboral con relación al empleo y la precariedad del trabajo. Para Beck, concretamente, las transformaciones del trabajo en todo el mundo remiten al protagonismo de una “sociedad civil realmente comprometida y empeñada”, que tampoco tendría fronteras, dado el gran parecido que se advierte en la evolución del trabajo en los denominados primer y tercer mundos. “La mundialización es a la vez una realidad porque existe una lógica económica en todo el planeta que asocia la libertad de circulación de mercancías, capital y personas, una bajada de ingresos del tráfico cualificado y no cualificado, un aumento de las desigualdades, una caída de tasa de crecimiento y, finalmente, una tendencia al estancamiento
[11]

Capital y trabajo

Según anota Bauman, “Habiendo soltado el lastre de la maquinaria voluminosa y las enormes dotaciones de las fábricas, el capital viaja ligero, sólo con equipaje de mano: una cartera, un ordenador portátil y un teléfono celular. Esta nueva característica de volatilidad ha hecho que el compromiso sea superfluo e imprudente al mismo tiempo: si lo hubiera, obstaculizaría el movimiento y se convertiría así en una restricción de la competitividad y limitaría las ocasiones de incrementar la productividad
[12].” Si se analiza la cuestión del empleo desde el punto de vista del capital, podemos decir que los problemas del trabajo son consecuencia de la globalización de la economía del mercado y de la inusitada importancia que ha alcanzado la mundialización del capital financiero.

Para poder establecer la naturaleza de las transformaciones del trabajo a escala mundial, es necesario conocer las implicaciones de las formas de producción que están teniendo en los distintos países y las diferentes formas de ganarse la vida con relación a la organización global mundial. Ursatun afirma que “no existe un mercado laboral global unificado sino una segmentación jerárquica del trabajo. El trabajo en la mayoría del mundo está todavía ligado al espacio concreto. Las empresas multinacionales también han resultado beneficiadas durante estos años de reorganización del capitalismo mundial y su participación en el PIB mundial, a su vez en aumento, no ha dejado de crecer. Estas empresas controlan dos tercios del comercio internacional. Gracias a las fusiones y adquisiciones realizadas en el mundo entero han acelerado el proceso de concentración y de constitución de oligopolios mundiales. La reestructuración del capitalismo, consumada en torno a los mercados financieros y a los movimientos de fusión-adquisición de las multinacionales bajo políticas gubernamentales favorables en materia fiscal, social y salarial se ha visto dada al crecimiento de la flexibilidad del trabajo. Así, se han favorecido también con las formas actuales de contratación de bajo salarios y que permiten que el individuo sea despedido sin costo alguno. Paralelamente, las tecnologías de la comunicación han proporcionado los medios para una reactivación del capitalismo mundial hasta ahora desconocida. La expansión de estas, junto con tecnología de la información, facilita la creación de redes a escala global originando formas de organización y de gestión.

Por otra parte, la internalización del trabajo acentúa la degradación del mercado nacional. Las empresas extranjeras subcontratan en países donde el costo de mano de obra es varias veces más barato; lo común es que contraten únicamente por el salario mínimo y durante un tiempo corto. En un primer momento esto afectó a los empleos semicalificados y a las industrias tradicionales como las textileras en países desarrollados, pero en general toda labor que implica mano de obra barata es contratada en el lugar donde más conviene. A la vez, la tecnología genera aumentos débiles de la productividad, por la rapidez de los procesos, que no puede controlar el trabajador y que suprime más empleos que los que crea.

Entonces, a través de este análisis podemos afirmar que los procesos globalizadores han tenido efectos a nivel mundial en algunas partes del mundo. Estos efectos se han visto reflejados en el trabajo, que ha tomado diferentes formas con una rapidez inusitada, y por ende en los valores que este conlleva para el individuo. La automatización y la tecnología han sido factores que han permitido que esto ocurra. Por otra parte, el capital que se había mantenido presente en las diferentes etapas de la industrialización, con la mundialización o globalización se manifiesta de diferentes formas y ha utilizado los medios que esta última le ha proporcionado para incrementar su avance y concentración en todo el planeta.


[1] Urtasun, Las transformaciones sociales en un mundo contemporáneo. España: ediciones Verbo Divino. 2004
2 Giddens, A. Consecuencias de la modernidad, Alianza Madrid, 1994. p.66
3 Bauman , La globalización consecuencias humanas

[4] Gorz, A., Metamorfosis del trabajo. Búsqueda del sentido, Madrid: Fundación Sistema. p.20

[5] Diez, F., Utilidad, deseo y virtud. La formación de la idea moderna del trabajo. Barcelona: Península, p. 12
[6] Beck, U., Un nuevo mundo feliz. Barcelona: Paidos, p. 10
[7] Ibidem, p.10
[8] Fuente DNP - MERPD
[9] Ursatun, Op.cit., p.160
[10] Castel. M., La red y el yo, en La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza, 1977 p.15
[11] Beck, Op.cit.p.
[12] Bauman, Z. La Sociedad individualizada. Madrid: p.37