lunes, 26 de julio de 2010

LA SALUD: ¿UNA CONSTRUCCIÓN DE TODOS?


Por Gloria Helena Casas del Río

Cada día una nueva noticia sobre la atención en salud escandaliza a los colombianos. Si bien el Estado implementó la ley 100 en la década de los años 90 con el objetivo fundamental de llevar a todos salud en el año 2000, esto no se ha cumplido. Es el año 2010 y el sistema ha colapsado, como lo demuestra el estudio realizado por la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes el año anterior.

Para poder hacer un análisis juicioso del tema, tenemos que definir a los actores. Podemos identificar cinco eslabones en esta cadena. En primera instancia, el Estado, con sus políticas de salud. En segunda instancia, las entidades promotoras de salud, quienes median entre el Estado y el prestador directo.
En tercera instancia, el médico, que es en quien recae directamente la atención de la salud. Por último, el paciente, que será el calificador de los servicios prestados.

Como está estipulado por los estudios económicos, para que un sistema sea sostenible necesariamente necesita un buen número de aportantes, lo cual solo se obtiene cuando una buena parte de la población tiene un empleo estable que le permita contribuir al sistema. Cuando, como en Colombia, el número de subsidiados sobrepasa el número de aportantes, el sistema simplemente se revienta. Esta sería la primera explicación de por qué el actual sistema de salud no es viable para la población colombiana.
Por otra parte, tenemos a las entidades promotoras de salud, las cuales tienen dentro de sus funciones: Negociar con el Estado las tarifas de la prestación de sus servicios para ser competentes; administrar los recursos recibidos por los aportes; contratar el personal asistencial; y ofrecer servicios de salud. De esto se deriva el alto costo de funcionamiento de estas entidades, que deben mantener unos estándares para su atención.

No podemos olvidar a quienes prestan el servicio directamente, los médicos, quienes se han tenido que capacitar durante años para poder ejercer su profesión. Son ellos los que están entre la espada y la pared. Por un lado, está la formación médica y la inquietud científica que les hace pensar en nuevos exámenes diagnósticos o en nuevos medicamentos para la atención de sus pacientes. Por el otro, los administradores de estos recursos, que con un sistema desbordado deben garantizar a toda costa su existencia, para lo cual restringen la nueva tecnología.
Y ahora nuestro actor principal, el paciente, quien consulta a un servicio por alguna dolencia en particular y quien no siente haber sido lo suficientemente importante para quien lo atendió. Sus inquietudes quedan insatisfechas, así como también sus dudas. El sistema para poder atender más pacientes ha disminuido el tiempo de atención por cada paciente.
¿Qué pasaría si en lugar de tratar a nuestro actor principal como uno más de la lista, lo integramos al sistema? ¿Cómo? Haciéndolo partícipe de cada uno de estos procesos.

La propuesta sería cambiar de un sistema de salud basado en la curación y paulatinamente trabajar con la población sana en políticas de autocuidado de la salud. Aumentar las campañas de prevención de enfermedades, que más adelante serán de alto costo, disminuirá en el mediano plazo ese saco roto a donde llegan los aportes al sistema de salud.
Lo anterior se basa en que la medicina preventiva se puede desarrollar en cualquier etapa de la vida, siendo más eficiente si se hace tempranamente. Educar a la población en formas de vida sana hace que el futuro de la salud sea mejor y cada vez con estándares más altos. Si la comparamos con la medicina curativa, se debe esperar que la enfermedad esté presente para poder actuar y aquí la educación en salud solo se puede utilizar para disminuir la agudización de las enfermedades crónicas.

La pregunta que nos quedaría después de este breve acercamiento al problema que cada día es más evidente es: ¿Cuál debería se la participación de cada uno de los actores para construir un sistema de salud más eficaz?

La propuesta es trabajar todos en la misma construcción, cada uno desde su quehacer pero no separados, formando un equipo que revise las necesidades y prioridades de la población. No se puede dejar en uno solo de los actores la responsabilidad de crear un sistema viable. Si trabajamos entre todos podríamos edificar cada vez más alto y así llegar al objetivo final: salud para todos.

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